El Parador Nacional de Zamora se encuentra en pleno casco urbano de la ciudad, para ser más exactos, en medio de su centro histórico. Se trata del antiguo palacio de los Condes de Alba y Aliste, construido en el siglo XV a instancias del primer conde, Eduardo Enríquez de Mendoza.
El edificio ha sufrido distintas reformas a lo largo de la historia y aunque su fachada es la original, en el interior los estilos se mezclan, sobre todo el renacentista y el gótico. Es de planta rectangular y en el centro tiene un hermoso patio que guarda el pozo.
En el exterior, el Parador cuenta con un entorno histórico de gran riqueza monumental y artística, y una de las actividades que el turista no puede perderse es pasear por las callejuelas de este casco histórico, que se encuentra entre los más bellos de España.
El edificio fue remodelado como Parador de turismo en el año 1966 y la obra corrió a cargo del arquitecto Jesús Valverde. Desde entonces ha estado funcionando como hotel ininterrumpidamente.
La decoración del interior está totalmente en consonancia con el edificio que la alberga y podemos apreciar suntuosos tapices, armaduras medievales, blasones nobiliarios y escudos heráldicos. En las habitaciones podremos encontrar amplias camas con dosel en un espacio amplio, confortable y luminosos con estupendas vistas. El las zonas comunes el ambiente está muy cuidado con piezas de mobiliario y lámparas cuidadosamente escogidas que nos transmiten un cierto aire medieval. Los suelos y vigas de madera nos aportan calidez.
En el exterior, además de contar con el estupendo patio renacentista rodeado de columnas con medallones, encontramos una piscina rodeada de jardín dominando la ciudad desde lo alto.
Su restaurante tiene una cuidada carta con platos tradicionales, entre los que destacan el bacalao a la tranca, pulpo a la sanabresa, presas de ternera y, en los postres, el rebojo zamorano y las natillas almendradas.
Marga G.-Chas Ocaña
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